18/02/10

18 de Febrero de 2010

Tras sufrir un Alud en la ciudad de Comodoro Rivadavia que, desgraciadamente, se llevó a dos vidas consigo, el Fan Club de Tokio Hotel se reunió, desafiando a la tormenta.

El monzón se vio presente ante nuestros ojos: primero los rayos estruendosos del diecisiete resonaron por toda la ciudad, llegando incluso a cortar la electricidad en ciertos sitios, la lluvia caía a cántaros, produciendo una inundación significativa de casi cinco centímetros, ¿o milímetros?, después el granizo que cayó rápido, fugaz.

Todo estaba lleno de barro y agua por montones, nieve marrón, inodora pero repelente.

Las presentes se vieron felices de no ser sólo tres o cuatro quienes desafiaban a las adversidades climáticas. Micaela, Mel y Andy recibieron el regalo dado en la reunión anterior {fotos seleccionadas}. Nos vimos encaminadas al SuperQuick dado que todo lo que es Zona Centro estaba repleto de barro por doquier, no obstante, ninguno de los miembros resultó herido (?

Cuando nos sentamos en la mesa de siempre, en el sector de siempre, nos vimos obligadas a planear la invasión de la Anónima.
Camila y Cath se juntaron para hacerle un bonito regalo a quienes se presentaran en la reunión: un intento de torre de panqueques con dulce de leche, chocolate, crema batida y mini-rocklets (si, seguimos con falta de Skittles) Se veía terriblemente mal por haberse medio aplastado con la bolsa que se lo envolvía (que se llevó casi todo el chocolate), pero sabía bien y olía bien.
No obstante, la torre [intento] era demasiado dulce y empalagosa y las gemelas sugirieron algo para tomar y servilletas.
Bajamos dos veces, la primera para buscar bebida y comprar vasos (nos sobraron 25, próximos a usar en el cumpleaños de Geo ;D) la segunda por la servilletas, que no tuvimos que pagar, puesto que Andy, en toda su inteligencia sugirió que sacáramos del “restaurante”.

Al repartir el postre y recibir halagos por lo exquisito de la comida nos dimos con que eran casi las seis de la tarde, estaban a punto de pasar en los cuarenta principales Word Behind My Wall; además notamos que la mesa era un divino enchastre, llena de chocolate, papas fritas y dulce de leche por doquier. Tuvimos que pedirle a la mujer de la heladería que nos prestara un trapo para no dejarle todo sucio, sino, nos iban a dejar pasar otra vez… sí, así de bien nos conocen. ¿Ya contamos de cuando nos quisieron echar? Ese primero de Septiembre fue tan divertido, ahí conocimos a Caro y Cari (L).

Al final, tuve que limpiar la mesa casi tres veces porque siempre terminaba manchándose y, para colmo, el baño de mujeres tenía un olor pestilente en lo extremo, al menos había agua caliente para enjuagar el trapo y jabón como para que quedara mejor la limpieza.
Después hubo que bajar, otra vez, para limpiar el condenado plato.

Para el término de esto eran las seis menos diez, Word Behind My Wall nos aturdió los oídos orgullosamente desde dos celulares diferentes, donde escuchábamos la radio.

Al término discutimos de una cantidad de cosas tontas que si las mencionara debería de dar lujo de detalla de cada tema, recuerdo algo sobre las lecciones orales y el nerviosismo, al final esta conversación terminó girando en torno a que Cath era la menos tímida como para hablarle a una multitud y así poder ejercer nuestro plan de “Rock Hard, Fuck Safe” para la ciudad, dando panfletos o preservativos gratuitos (?) a adolescentes para que se cuiden.
Si, una idea de lo más bizarra…
Para mí que esos panqueques tenían algo que nos hizo pensar en aquellas barbaridades.

Tornamos en cuanto a la bandera, acordando que la imagen elegida era la más votada (esta vez por todos los presentes). Poco a poco fuimos abandonando el lugar, comprando revistas y despidiéndonos, nuestros papas nos decían que nos fuéramos a casa porque la tormenta iba otra vez.

Dos horas después de que terminó la reunión reanudó una ligera lluvia, que no perduró más que cinco míseros minutos.